El edema óseo se ha convertido en una de las más temidas por complejidad, tiempo de curación y tratamiento. En términos generales, un edema óseo es una reacción del hueso debido a una alta carga física o sobrecarga deportiva, tal y como explica la Clínica MEDS. Se trata, junto a la fractura por estrés, de una de las consecuencias habituales del exceso de entrenamiento.
¿Qué es el edema óseo?
El edema óseo se produce debido a una acumulación de líquido inflamatorio producida en el interior del hueso, en lo que conocemos como médula ósea. Se trata de una reacción de nuestro cuerpo en respuesta a un traumatismo o inflamación en la zona afectada.
El interior del hueso alberga una gran cantidad vasos sanguíneos, que al sufrir un traumatismo generan un derrame provocando un sangrado. El edema óseo es una especie de moratón o cardenal en el interior de un hueso.
El edema óseo se produce debido a una acumulación de líquido inflamatorio producida en el interior del hueso, en lo que conocemos como médula ósea. Se trata de una reacción de nuestro cuerpo en respuesta a un traumatismo o inflamación en la zona afectada.
Aunque esto puede ocurrir en cualquier parte de nuestro cuerpo, las zonas más habituales son: cadera, rodilla, tobillo y pie.
Causas y síntomas
Hay múltiples causas por las que se puede producir un edema óseo, pero a nivel deportivo casi siempre se debe a traumatismos. Bien por un golpe grave o una caída, o bien por pequeños y repetidos microtraumatismos (impactos repetitivos que acaban rompiendo vasos sanguíneos y produciendo sangrado).
Las lesiones por sobrecarga son algo implícito en cualquier actividad deportiva y el edema óseo es una de ellas. Si sometemos a nuestro cuerpo a más carga de la que está preparado para tolerar, una de las consecuencias puede ser un edema.
El dolor es el síntoma más habitual. La mayoría de los pacientes presentan mucho dolor en la zona afectada. Aunque no siempre está presente. Este puede aparecer con el ejercicio físico y desaparecer con el reposo. Si el dolor persiste también con el reposo, puede que la cosa haya empeorado aún más y nos enfrentemos a una fractura por estrés. Otro de los síntomas del edema óseo es el hinchazón en la zona.
Diagnóstico
El edema óseo es una lesión difícil de diagnosticar. Este es uno de los motivos que la convierten en una lesión temida. En muchas ocasiones los edemas no se diagnostican a tiempo y acaban convirtiéndose en fracturas por estrés.
No basta con una radiografía, como en otras lesiones más habituales. Para diagnosticar un edema necesitaremos una resonancia magnética, ya que es la única forma de observar el líquido inflamatorio acumulado en la médula.
Tratamiento del edema óseo
Si nos han diagnosticado un edema óseo el reposo y la paciencia serán armas imprescindibles para combatirlo. Es importante tener en cuenta que, aunque esta lesión tiene un tiempo de recuperación mayor que un fractura, sí que puede dilatarse hasta tres o cuatro meses. De hecho, raramente podremos volver a la actividad normal antes de los dos meses.
La fisioterapia y el trabajo muscular sin impacto -por ejemplo, en piscina- son buenas herramientas para la recuperación. Así como la algún tipo de actividad cardiovascular para no perder la capacidad física. En algunos casos también puede ser necesario un tratamiento kinésico.
Prevención
Si has sufrido un edema óseo lo más importante es tratar de conocer las causas que lo produjeron. Muy probablemente se deba a un exceso de carga. Por eso es importante que vuelvas a los entrenamientos con paciencia y de manera progresiva.
Una correcta planificación, con una buena distribución de las cargas e intensidades, es también primordial para evitar lesiones por sobreentrenamiento. Realizar sesiones específicas de estiramientos, reforzar con ejercicios dominantes de rodilla y visitar al fisio con asiduidad son otras formas de prevenir lesiones.