Muchos son los días en los que llegamos a casa agotados después de un entrenamiento exigente, pensando en lo bien que vamos a dormir, y acabamos comiendo techo un par de horas.
No es que tu organismo funcione mal, ni eres el único. Hay varios motivos por los que esto ocurre.
Endorfinas
El primero, el aumento de endorfinas. Seguramente te habrás quemado en la pista esa tarde, hinchado a hacer series de 30” en bici o habrás hecho 50s en la piscina hasta que te haya salido el ácido láctico por las orejas. No hay ningún problema en esto, pero cuando realizamos ejercicio físico intenso para el organismo, liberamos unos neurotransmisores llamados endorfinas. Estos neurotransmisores hacen que nuestro cuerpo esté más activo y sea más difícil conciliar el sueño.
Por esto, muchas veces no nos recomiendan que realicemos ejercicio intenso en horas próximas a las de dormir.
Deshidratación
Otro motivo es la deshidratación. Cuando entrenamos, sudamos y esto provoca que nos deshidratemos si no bebemos lo suficiente, tanto agua como sales.
Cuando nos deshidratamos, nuestro ritmo cardíaco aumenta y esto ayuda a que no consigamos dormirnos.
Estimulantes y cafeína
Estimulantes y cafeína. Si cuando llega la hora de dormir todavía nos quedan restos de cafeína o algún otro estimulante que hemos tomado antes/durante el entrenamiento, no nos va a ser fácil dormir tampoco.
Esto dependerá un poco de cada individuo y de la cantidad que hayamos tomado, cada organismo tiene un ritmo a la hora eliminar la cafeína de la sangre. Hay gente a la que a las 2h-3h se le puede haber pasado el efecto, y gente que le dura hasta 5h-6h.
La edad y el sexo influyen mucho en esto. A los hombres les suele afectar más la cafeína.
Temperatura corporal
Por último, la temperatura corporal. Cuando se realiza ejercicio intenso, nuestra temperatura corporal aumenta considerablemente. Así que, si intentamos dormir antes de que nuestro cuerpo recobre su temperatura habitual, será tarea difícil.